La intención es lo que cuesta, digo, cuenta.

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Se acerca este momento mágico en la vida de los demás. Dirían en mi barrio que es el cumpleaños de Santa Claus. En otros entornos que uno se mueve, se teoriza que es la fecha de nacimiento del profeta principal. Para otros tantos es una época de reflexión, cambio de rumbos y agradecimiento por otro nuevo diciembre en nuestras manos. Sin embargo, para muchas personas que recientemente rompieron la maldición del “forever alone” y lograron retener a alguien más allá de un one night stand, esta época está llena de preguntas existenciales, análisis de situaciones y de decisiones potencialmente condenadoras en el futuro. Y la pregunta más angustiante de todas es: ¿Qué le regalo a mi nueva pareja, potencial madre/padre de mis hijos, así como potencial fotografía rota e incinerada en un bote de basura tres días después de tronar? Aquí veremos qué hacer ante tal cuestionamiento.

Antes de entrar en el tema de valor/precio, hay que tener en consideración algo fundamental en cuestiones de regalos. Uno siempre piensa que entre más caro, mejor. En realidad a cada mujer y a cada hombre le hacen felices diferentes cosas que pueden o no ser parte del estereotipo. Por ejemplo:

De valores y precios.

En alguna ocasión una ex querida mía decidió que me festejaría mi cumpleaños. Dentro de sus buenas intenciones me regaló unos globos, un pastel de chocolate, un reloj de oro y unos boletos para ir a ver a Juan Gabriel. Si la susodicha hubiera sabido un poco de mí, sabría que odio los globos de helio, me choca el pastel y más de chocolate, no uso reloj y Juan Gabriel, aunque a veces se me sale una que otra de sus canciones en el karaoke, definitivamente no es un tipo al que quiera ver en vivo, bueno, cuando estaba vivo. Pocos años más tarde, la mejor novia del mundo me regaló con apenas unos meses de novios, una Xbox one, la cual también traía unos globos alrededor de la caja de la x box, pero eran negros, mi color favorito y, siendo justos, si no le hubiera puesto los globos nunca me hubiera dado cuenta que la X box estaba colocada en el medio de la sala. El punto es aquí que aunque probablemente el valor del regalo era comparable monetariamente hablando, en realidad una sabía lo que me mueve en la vida y la otra se dejó llevar por el estereotipo. La moraleja del valor/precio, es que las cosas de mas valor no siempre tienen el mayor precio.

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Una vez establecido eso analicemos las dos partes de la mente que te angustia tanto. Está la postura de “Si le regalo algo muy caro o muy significativo va a pensar que voy demasiado rápido”. Creo que esto tiene una escala muy subjetiva pues esta la persona que lleva un par de meses con alguien y le regala un viaje a río de Janeiro para el 2018 marzo. Esto puede parecer un síntoma de optimismo sobre el curso de la relación o una manera de amarrar a la persona en mantenerse en la relación por la esperanza del viaje. Por lo que un consejo que puedo dar es que en los primeros seis meses de la relación no es adecuado regalar viajes, conciertos o citas que vayan demasiado en el futuro.

Conociendo al otro

La segunda postura de nuestra cabeza es la angustia del valor del regalo. ¿Un perfume es mucho? ¿Es poco? ¿Creerá que soy un codo? ¿Pensará que la quiero apantallar? ¿Se volverá una interesada? Bueno, creo que el dinero es relativo, para alguien con sueldos de 8 mil pesos al mes, una cena romántica en un restaurante de categoría puede ser mucho en proporción de lo que la persona es capaz de dar económicamente y un reloj DKNY puede ser una baratija para alguien con mucho dinero. El punto en el que es mejor hacer es en fijarse en lo que la otra persona concibe como algo valioso. La mujer de mi vida considera unas cajas organizadoras como el mejor regalo que el 2016 puede darle, otras mujeres pueden pensar que los diamantes son los mejores amigos de las mujeres. Cada quien tiene sus preferencias.

Ahora, claramente estamos demasiado cerca de la fecha como para casualmente preguntarle al objeto del afecto, cuál es su regalo soñado, pero podemos intentar poner más atención en los detalles. Ver lo que la susodicha ve en el aparador de las tiendas mientras paseamos por las plazas, escuchar lo que dice sobre sus preferencias, preguntarle indirectamente a un amigo, etc. Si hay imaginación hay esperanza.

Al final todo viene de un mismo lugar.

Por último hay una tercera cuestión que considerar. El corazón. Suena cursi, lo sé. pero es cierto. Pasamos una buena parte de nuestra vida sobre-pensando las cosas. Tratamos de darle un significado casi ontológico a todo lo que todos hacemos. Hay veces que pensamos tanto las cosas y sus diferentes probables consecuencias catastróficas que nos olvidamos de nuestro instinto. No me malentiendan, amo a mi cerebro y me cae bien los escenarios diferentes que me maquilo basado en absolutamente nada, pero tiene que tener un límite. Pensar debe ser un asunto reflexivo únicamente, no puede ser tan encabronadamente aplastante y congelador que nos evite de vez en cuando saltar al vacío ante una experiencia nueva. Por eso de vez en cuando debemos hacerle caso al corazón y regalar lo que nuestro instinto nos dicte. Puede ser que no cumpla al pie de la letra estos lineamientos que les he propuesto pero no importa, parte de lograr una relación es mostrarte tal como eres. Si se da con suficiente corazón y la otra persona también tiene invertido su corazón en la relación, no va  importar que sea un ipad o unos esquites, será recibido desde donde se envió, desde el amor.

¿No lo creen? ¿O ya me pase de cursi?